El Adios.

La despedida se hizo corta, entre llantos y miradas de pena, la familia despedía en el pórtico de la casa, a otra familia más que se marchaba del país por esa cruda guerra.
La espera en ese frío aeropuerto fue larga, la madre con sus cuatro hijos esperaba sentada con la pena en sus ojos.
Después de unas horas, la llevaron a una pequeña habitación con tres judías vestidas de uniforme gris. Le revisaron desde las maletas hasta la ropa intima.

De madrugada partió el avión, entre la cara triste de la madre con su hijo menor en los brazos y sus hijos que no entendían nada de lo que ocurría.
24 cuatro horas de larga espera llegaron a su fin, luego de dar unas vueltas en el aire grisáceo de santiago de chile.

En el aeropuerto de chile, los esperaba el padre, nueve meses habían pasado desde que él los había dejado de ver, los niños entre tanta gente lo reconocieron y corrieron hacia él sin dudarlo pero el hijo menor no lo reconocía por su gran barba y sus lentes de sol.

Los niños aun no se acostumbraban a nada, todos hablaban un idioma completamente nuevo, se vestían diferente a ellos y no comprendían el por que no estaban ahí sus amigos y familia.
Pasaron unos días y querían regresar, solo pensaban que era un paseo, una pequeña visita a su padre, no tenían nada que hacer en chile, sus juguetes, amigos, familia, colegios y amores estaban en otro país totalmente diferente a este y aun no aprendían ese nuevo lenguaje.

Poco a poco, fueron asumiendo que les tocaba una nueva vida, partió el colegio, entraron primero como oyentes a algunas clases y con el tiempo a ir a clases casi normales.

La madre lloraba todas las noches, aun no se acostumbraba, no sabia tomar un bus, o como pedir un pedazo de carne en el supermercado.

Muy pocos los visitaban, ellos solos tuvieron que aprender la vida del hombre chileno, sus costumbres y gustos.

Aun recuerdan las tradiciones, su infancia y su familia. Pero ya no regresaran a vivir a su antiguo país, enfrentarían otra dolorosa despedida y eso aun les da miedo.